PARA: CLAUDIA
Tal vez te extrañe esta carta,
pero he querido escribirla desde hace mucho tiempo ¿por qué no lo había hecho?
No lo sé, pero hoy que te vi a al espejo y me di cuenta de lo rápido que ha
pasado el tiempo y que a pesar de todo, todavía está en tus labios esa sonrisa
que acostumbras siempre antes de salir de casa, como recordándote a ti misma que
todo irá bien siempre.
Tú sabes que siempre he estado
contigo, no importa la hora, el lugar, el tiempo; te conozco desde siempre, tus
gustos, tus defectos, tus secretos, tus miedos y hasta me sé de memoria tu olor favorito… ¡ahh!, sí, ése a tierra
mojada, que de por sí, habla solo. Sé
que cantas en la regadera y, aunque lo haces horrible, siempre le pones sentimiento. También conozco
esa sonrisa pícara que sale cuando sabes
que hiciste alguna travesura o te saliste con la tuya… como siempre; como
aquella vez que le escondiste al abuelo la dentadura en la maceta favorita de
la abuela ¿te acuerdas? ¡Jajaja! Tan
lindo, él jamás te regaño y mira que te
lo merecías más de una vez; o cuando jugabas al avioncito con tu hermana y dejabas
todo el patio pintado y luego sobornabas a papá con una tanda de besos para que
él limpiara y tu mamá no te regañara… ah, qué tiempos aquellos. Tampoco me olvido de cuando estuve contigo
cuando las mariposas brincaban en tu estómago por culpa de ése primer beso o
cuando el corazón te dolió con el primer desamor. No Claudia, no lo olvido,
siempre he estado ahí.
Te he visto crecer, cambiar, evolucionar, soñar,
amar, reír, llorar, caer, levantarte y volver a empezar, pero jamás te he dicho qué significas para mí y lo voy hacer
ahora que estás a punto de empezar un año más, porque creo que ya eres grande y
me entenderás.
Primero quiero decirte que
estoy orgullosa de ti, el que ahora estés
estudiando ha sido de las mejores decisiones que has tomado en tu vida.
No importa que sea a destiempo ¡Felicidades! Has hecho un gran esfuerzo. Sé que a veces sientes rendirte, pero no lo hagas, ¡tú puedes! y estoy segura que pronto estaré en tu graduación ¡Ánimo! Ya
falta poco.
Me gusta lo que has hecho
contigo y tu familia, los cuidas bien y créeme,
ellos lo saben y valoran tu
trabajo.
También quiero que sepas que
esa difícil y tan terrible noche, era mi voz la que te decía que no te
asustaras, que todo iba a estar bien, en el fondo siempre has creído lo que te
he dicho y ya ves, ya pasó, ahora estás
mejor.
Ay, Claudia cuantas cosas nos
quedan por contar, debes estar agradecida con Dios y la vida por esa segunda
oportunidad que te dio, aprovéchala, vívela, ama, goza, sueña, has feliz a los
que te aman, y a los que no, también. Recuerda lo que hemos platicado, uno
nunca sabe cuándo le podemos cambiar la vida a alguien con una simple sonrisa.
¡Vive, Claudia! Que ya los miedos murieron y recuerda amarte todos los días de
tu vida, esa es la única forma posible en la que podemos amar a los demás.
Te quiero Claudia y prometo
seguir cuidando de ti como hasta ahora, y ya que lo sabes, no te olvides de mí.
Tu conciencia.